martes, 30 de enero de 2018

Posteruelos... ¿la caida de un gigante?



No es menos que un privilegio, el poder pasearse por los alrededores de los Posteruelos. Una finca con nombre y solera, donde se mezcla lo nuevo y lo añejo. Quien se haga llamar montero en Sierra Morena, la conoce si no tiene suerte de haberlo visitado como mínimo la conoce de oídas.
Asociada siempre a sus grandes trofeos tanto en cervuno como en muflón.

Para mí comenzó la mañana de una forma particular, recibir la visita de amigos siempre llena el alma y  disfrutar del tronchar de jara en una finca como esta, es una doble satisfacción.
La casa Fernandez-Marmolejo se partió en 2, mi ojos claros acompaña en el puesto a un buen amigo que junto con su tío, soñaba con abatir alguno de esos trofeos que se les garantizaba, realmente no preste demasiada atención a estos cupos enrevesados que tan de moda ponen algunas orgánicas,  creo que ya mismo veremos a los venados corriendo con un ticket de compra en su cuerna y la opción de devolución si no cumple la expectativa ( ironía en modo ON)
El caso, que mi ojos claro se iba a pasar una mañana de frio a un puesto con su cámara para ver disfrutar a unos amigos, y yo me abrocharía los zahones, con la suerte de oler a perro.

Como dije al principio pasear por los jardines de esta “mansión” (porque llamarlo cortijo es quedarse corto) es todo un regalo, asistí de oyente a ese sorteo mañanero, mi objetivo no consigue captar el mismo nerviosismo que en otras monterías. En estas migas se palpa inquietud pero no duda, se palpan ganas pero no euforia. Supongo que la misma solera y la garantía del trofeo hacen que ese halo de sabor a Montería, sea un poco insípido para mi gusto ( creo que tengo el paladar demasiado exquisito)
se organiza la salida de las armadas que van a ciervos grandes para que una vez completas en el sorteo no pierdan el tiempo y salgan veloces a sus posturas.
Con los primeros sobres del sorteo, abandono aquel salón y me voy a ocupar el lugar que me corresponde, ese donde el olor a perro se vuelve mejor que el perfume más intenso. Mucho personal moviéndose de un lado a otro, dividen las rehalas con prisa para pararnos más de media hora en un carril. Tras el paso de las armadas, comenzamos una subida rápida, parece que en Posteruelos gusta cazar con prisa pues todo son corre, vamos, venga ( menos cuando nos pararon media hora en el carril….de nuevo ironia)
Las vistas a nuestra suelta son impresionantes, es en estos momentos cuando me siento privilegiada. Mi objetivo se pierde en un mar de pinos que dejan paso a unas piedras con monte bajo, los perros se vuelven locos pues las ciervas y los muflones te sorprenden en cualquier rincon. Vuelvo a repetir que quizá me he vuelto demasiado exquisita en esto del cazar o meticulosa, pero nuestro soltar fue un desastre, los perros rompieron tras las reses en direccion contraria, y no tuvimos tiempo para esperarlos y llamar, pues el guía desde su emisora, metía bulla… correr, venga, no os quedéis a tras, vamos…. Poco caso hicieron a la voz de . cuando recalcaba vamos a esperar perros que se van a quedar cazando para otra mano…
y la consecuencia estuvo clara, llegar a unas jaras de monte bajo, refugiadas del aire  y calentitas, cargadas de guarros… donde llegamos sin perros, se hizo lo que se pudo. Pero para nuestro gusto no se cazo bien. 2 horas de pateo para escuchar, damos la vuelta¡¡ poner las largas, cortar por mitad si queréis para llegar al furgón… que hemos acabado. A lo que educadamente respondió, “yo vuelvo sobre mis pasos si puede ser, para intentar recuperar  mis perros”

Me apena, una suelta tan bonita, con tantas posibilidades y que no se tomen las molestias de querer cazarla bien. Puedes llamarte Posteruelos y tener grandes venados en tus rincones o buenos guarros en tus jarales, pero si no te tomas las molestias de hacer las cosas bien, puedes obtener el peor de los resultados, pues la madre de una Monteria es el saber y querer cazarla bien. La prisa nunca sirve para nada y mucho menos en el arte del buen cazar.
Al llegar a nuestra suelta, llamando perros  que habían

hecho su montería para otros lares. Mi ojos claros me habla para decirme que viene en mi busca, pues su amigo solo ha abatido un ciervo que bueno… es bonito.

Me fui de los Posteruelos, viendo un plantel donde habría más de 300 reses, con un muflón que quitaba el sentido ( de los que se esperan cuando acudes allí)  una fila de primeros ciervos a los que casi todo el mundo murmuraba eso de  “esto para los Posteruelos no es primera fila, es de segunda para a tras” (pero se murumuraba bajito…muy bajito… vienen a mi mente, los oros y bronces de otros años, los ciervos de cuernas gruesas renegridas… no había en los Posteruelos abrazos de euforia en el plantel, había murmuro y masculleo... (muy bajitos pero es lo que había)
Es una pena ser testigo callada, de cómo la solera se queda en solera, de cómo lo que fue un paraíso de la caza se está degradando,  cocido frio para quien llega a las 17.00h tras pistear su trofeo…En mi mente días después, sigue esa pregunta de ¿Estaremos siendo testigos de la caída de un gigante?

Esta vez me quede con muchas ganas de más, con demasiadas expectativas y pocas sensaciones, me quede con ganas de Posteruelos por primera vez en mucho tiempo, me decepciono esa forma de cazar en un rincon que está construido para crear sueños….


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